El cortejo, la continua cercanía, el dejarse seducir y ser seductor a la vez, siempre ha sido un papel puramente masculino. Pero las armas de seducción femeninas pueden sin duda adelantar un encuentro sexual casi no previsto. Bien es cierto que educacionalmente son ellos quienes suelen dar el primer paso. Quienes se acercan, miran, charlan, dan paso a la conversación y con mayor o menor fortuna conseguirán despertar los instintos sexuales de la mujer. Para ello los hombres empiezan a descargar una buena dosis de testosterona, por lo que en cualquier momento estarán preparados para tener un encuentro sexual no previsto. Sin embargo la mujer necesita de más tiempo. No sólo bastan las primeras palabras o una charla cálida. Su cuerpo va reaccionando poco a poco ante los estímulos que se les plantea por parte de su posible amante. Y esto también se traduce a la hora de estar plenamente dispuesta para el sexo. Pero las llamadas armas de seducción de la mujer pueden manifestarse de manera muy rápida siempre que ellas quieran tener sexo. Las escorts de lujo tienen muy desarrolladas las más llamativas técnicas para que su cliente pueda sentir que se le reclama para actividades más cercanas que las de charlar. Sus estímulos están siempre atentos y cualquier insinuación por parte de ellas los recibirá con un considerable aumento de las ansias por conquistar a la mujer. Nada más estimulante para un hombre que una sonrisa pícara, notar que pasan las manos femeninas por su cuello, besos en las mejillas o simplemente caricias. La antesala de todo buen sexo. Pero estas armas de seducción pueden llegar a ser profesionales. Basta con lucir una sugerente ropa interior que se pueda entrever en un cruce de piernas, recogerse el pelo aumentando el contorno de su pecho al arquear la espalda o beber de la copa lamiendo sus bordes. Unas estrategias que las escorts de lujo más atrevidas no dudan en mostrar siempre que el hombre sepa a que se dedica, claro. Todo ello no deja de crear un clima cercano e idóneo para el sexo, sino que además las relaciones suelen ser mucho más placenteras debido a la segregación de la testosterona en el hombre y también sube más la libido en la mujer.